Dice una letra emblemática del cancionero guaraní:
- “…Junto al lago azul de Ypacaraí…”
Si, érase una vez un lago azul, quizás hace unos 40 o 50 años, cuando aún la vida moderna respetaba a la naturaleza.
Cuando pequeño, mil veces, de ida o venida de Caacupé, para las festividades de la Virgen, mi madre hablaba del Lago de Ypacaraí, y como no tenía aún desarrollado la concepción de abstracción, no podía imaginarme otra cosa más que un gran Río, sin chiste, solo agua.
Como era de cuna humilde, visitar el lago no era realmente algo común, y no fue hasta mi adolescencia o pre adolescencia en que me mostraron una foto tomada a color en el año 1980 por un familiar de una amiga, aficionado de la fotografía, por ende, no era cualquier foto, era una fotografía que hablaba por si sola.
Pregunté a mi amiga donde era eso, seguro en EEUU o centro América, dije… sorprendido quedé cuando reveló que se trataba del mítico LAGO DE YPACARAÍ, la piel de gallina que me produjo eso es indescriptible.
Si, pero es el lago nada más, me dirán muchos, claro, no es algo fuera del otro mundo, pero por décadas me hablaron del lago como un lugar descuidado, sucio, y no paran en la TV de anunciar que el Lago Yapcaraí se cae de contaminación, y cuando vi esa fotografía quede instantáneamente enamorado de ese lugar, hasta el momento, fantasioso, pues solo lo vi desde muy lejos.
Me dije a mi mismo que tarde o temprano debía conocer ese lugar, y como tengo un espíritu bastante aventurero, en una de esas, me tomo un bus directo a San Bernardino, yo, con una chipa en la mochila para cuando tenía hambre. Llegué y bueno, no sabia relamente donde estaba el bendito lago, y ya se hacia de noche, miré por una de las caller, y se podía ver entre las casas el lago, el agua.. uff, lamentablemente ya se hizo de noche, y tuve que volver a mi casa, obvio era apenas un estudiante.
Pasaron años, y ya nunca más fui, nunca más pude ver ese amor, me llegaron otro tipo de amores, algunas de carne y hueso, otras en forma de cinta magnética, y otras con cuerpo de madera (mujer, casetes de música, la guitarra)… y se me pasó. Increíble, vivo a 35minutos del lugar, pero nunca mas lo visité.
No fue hasta un verano que fuimos invitados a casa de unos amigos en San Ber, y en una de esas, una mañana muy temprano decidimos ir al lago, total, eran apenas 4 cuadras abajo.
No recuerdo la hora del día, pero entrando en la playa municipal, lo que vi, hizo revivir un recuerdo inmensurable. Una vista fantasmagórica, una luz sobre natural invadiendo el lugar, un tipo de luz que jamás había visto, tal vez era el sol reflejado en el agua, pero el solo hecho de tener una vista desde esa playa, producía una catarsis interna, y generaba esa sensación de que solo era un punto sobre toda aquella majestuosa naturaleza, de que era tan pequeño ante toda aquella creación maginifica.
Y le dí la razón al autor de esa música, clásica Guarania, y dije, como no enamorarse con esto, como no sentirse creación de Dios al ver todo eso, unas serranías que bordeaban a lo largo del lago, y el agua pasiva con la brisa fresca, el silencio de la naturaleza, el sol único.
Sinceramente, hasta hoy me siento privilegiado de tener semejante maravilla muy cerca, lamentablemente descuidada, pero hermosa por donde se lo mire, a pesar de que el hombre no la tenga en cuenta… hasta pareciera que Dios nos hablara diciendonos:
“Aunque no sepan apreciar lo que les doy, les muestro que mi creación no tiene precedentes, les muestro que todo lo malo que puedan generar, puesto sobre mi creación, aún así, se verá hermoso”
Eso es el lago Ypacaraí, y sinceramente, el hombre debe, Plantar un árbol, escribir un libro, y tener hijos para morir en paz, y agregaría, que no han conocido la belleza si no han visitado el lago de Ypacaraí.
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